domingo, 27 de febrero de 2011

EL BOXER BABEANTE CARLOS MEYER BALDO



En la afrancesada Venezuela de finales del siglo XIX, se desarrolla el aumento de exportación, producción y comercialización del rubro mas importante para la economía de la nación: El Café, con un inminente avance de las vías de exportación para el sistema agrícola a lo largo de las ciudades mas importantes del territorio, en el sur del lago animales de carga llevaban las cosechas de la familia Meyer Groeve hasta el puerto mas cercano a orillas del lago, estas no sobrepasaba la tonelada de carga que guiados por un cuidador las bestias caminaban lentamente hasta su punto de embarco y ser transportadas en barcos de vapor paletero hasta el norteño puerto de Maracaibo, donde posteriormente serian llevadas a la gran Europa; esto mostraba el poder que tenían las colonias alemanas establecidas en el occidente del territorio ya que las mismas poseían un gran sistema de comercialización de estos rubros A la llegada del siglo XX la familia Baldo Jara había crecido ya que al contraer matrimonio el Sr. Johannes Ludwig Karl Meyer Groeve con la joven Sra. María Amelia Baldó Jara se hacia necesario expandir el lugar donde se había unido con la familia Meyer Baldo hacia 1867, es por ello que en 1900 con seis hijos estos se mudan a un gran edificio al mero estilo Frances en la ciudad de Caracas, esto sin dejar a un lado las notables costumbres que poseía la familia; luego de vivir su primera década de vida el joven y quinto hijo de la familia Carlos Otto se mudaría en su plena adolescencia a la ciudad de las raíces paternas Hamburgo, Alemania donde terminó sus estudios y posteriormente se embarcaría al rumbo del futuro que lo reconocería como el Ás de combate latinoamericano en volar en el escuadrón del Baron Rojo Al estallar la guerra en 1912 donde Carlos Meyer entro como voluntario  extranjero en el Regimiento de Caballería "Dragones Nº 9" donde de inmediatamente se destacó por su valentía en el frente ruso y finlandés, logro el grado de teniente, el cual le permitió aperturarse a lo que realmente le apasionaba: La Aviación, para 1915 el joven Karl Meyer como era conocido entre sus compañeros sirvió como operador de logística entre la caballería e infantería donde una de sus principales acciones fueron vrindar logistica y comunicación en el frente de batalla; Hacia fines de junio de 1917, el Capitán (Rittmeister) Manfred von Richthofen (El Barón Rojo), Comandante (Geschwaderführer) del Escuadrón de Caza N.° 1 (JG1, Jagdgeschwader Nr.I), que había sido creada apenas el 26 de junio, buscaba pilotos para su Escuadrón de Caza Nr. 11 (Jasta 11, Jagdstaffel Nr.11). Meyer es asignado el 1 de julio y se incorpora el día 14 al Escuadrón de Elegidos del Jasta 11, el cual estaba al mando desde el día 11 del Capitán Wilhelm Reinhard, escuadrón que formaba junto con el 4, el 6 y el 10 la unidad de aviación "El Circo Volante de Richthofen", el JG1 El 31 de julio de 1917 consigue su primer derribo mientras patrullaba el cielo durante la Tercera Batalla de Ypres, derribando el R.E.8 del Teniente A. J. Longton de la Real Fuerza Aérea. El 14 de agosto obtendría una nueva victoria cerca de Ypres.




El 28 de junio de 1918 derriba al Spad S.XIII del As francés René Montrion (de 11 victorias) del Servicio de Aire Francés.

El 18 de julio se convierte oficialmente en un As de caza tras haber derribado un Sopwith Camel a las 09.30, luego de la cual se retiró de la zona por el fuego antiaéreo al que se vio sometido. Contando un derribo compartido, Meyer Baldó consiguió un record de 7 derribos durante la guerra. Durante el inicio de la Segunda Batalla del Marne, Baldó obtuvo su cuarta victoria sobre un SPAD S.XIII.
El 19 de septiembre de 1918 es enviado como instructor (Fluglehrer) a la Escuela de Escuadrones de Caza Nr. II (JSII, Jagdstaffelschule Nr. II). En esta unidad, se preparaban los pilotos destinados a los Jastas. Utilizaban aviones como el Fokker D.VI, Pfalz D.IIIa, Fokker Dr.I.

Allí estuvo desempeñándose hasta que días antes de finalizar el conflicto mundial, es enviado a Alemania, a donde se trasladó con su avión de caza, destinado a realizar labores de defensa y de vigilancia en tierra en Hamburgo, ciudad que se encontraba agitada por la llamada revolución espartaquista que acaeció del 5 al 9 de noviembre de 1918.
Al finalizar la guerra Meyer Baldo regresa victorioso al suelo patrio que lo vio nacer: Venezuela donde en 1931 decidió ingresar a la Aviación Militar Venezolana, influenciado por la llegada de la Misión Alemana (1931-33), que estaba en el país asesorando la reestructuración de este cuerpo aéreo, bajo el mando del castrense Gral. Juan Vicente Gómez. Siendo un excelente aviador es enviado a los EEUU para una actualización y adiestramiento ante las nuevas aeronaves que poseía la nación tristemente luego de su llegada a Venezuela el As de combate Carlo Otto Mayer Baldo realiza su ultimo vuelo sobre los cielos de Maracay abordo de un biplano Stearman C-3B acompañado por el mecánico Héctor Arias, nacido en 1912 en Puerto Cabello, quien había ingresado a la aviación el 15 de Junio de 1932. El 27 de noviembre de 1933, el Drooling Boxer (Boxer Babeante) llamado así por la figura de un boxer con babas en su boca figurado en el lateral de su aeroplano alemán muere trágicamente en un accidente aéreo al deformarse el plano superior derecho de la aeronave y caer ésta a tierra, dejando así de manera lamentable un espectacular legado en la aviación Germana venezolana y latinoamericana


sábado, 26 de febrero de 2011

UN ZULIANO EN LA CABALLERIA DEL KAISER

























Miembro de la caballería germana De la unión entre mujeres venezolanas y los inmigrantes alemanes a tierras zulianas a mediados del siglo XIX nacieron varios criollos, de todos ellos destaca uno de los más famosos como el único latinoamericano quien voló con el barón rojo y también miembro de la caballería germana. Menos conocido públicamente aunque si bastante querido por su familia fue Eduard Georg Hartwig von Jess Lossada (1899-1970).

Hartwig, como le decían comúnmente sus allegados, nació en Maracaibo el 9 de noviembre del último año del siglo antepasado. Su padre Eduard Von Jess era oriundo de Hamburgo y su madre la marabina Ana Julia Lossada. A los 9 años se fue a un internado en Alemania. Posteriormente con el furor del reclutamiento voluntario por la Gran Guerra, Hartwig tiene 15 años y ansia con esa ingenuidad colectiva que plago toda Europa entrar a esa aventura que para muchos resulto en la terrible Primera Guerra Mundial. Para ello pide permiso al Kaiser Guillermo de su enrolamiento, el cual le es concedido en la unidad de caballería ubicada cerca de su residencia de Hamburgo que fue destinada a luchar contra los rusos en el frente de Prusia Oriental.



Los miembros de la caballería alemana se encargaban del reconocimiento de avanzada el cual era vital para los preliminares de las batallas que se libraron ese invierno desde octubre de 1915 hasta febrero de 1916. También el mantenimiento de los animales era relevante para el combate, y Hartwig se ideo un método que se volvió común entre sus compañeros. Para evitar limpiar del piso la bosta de los caballos, y al ver que movían sus colas en señal de defecar, rápidamente tomaba su gorra y recogía el desecho. Luego descartaba el excremento en el lugar destinado y se volvía a colocar la gorra sin el menor asco. Total calentaba la cabeza en aquel frío invernal y no olía tan mal. Inicialmente fue burla de otros compañeros pero justificado por lo práctico fue ejemplo a seguir.




En otra ocasión al llegar a un poblado supuestamente ocupado por las tropas zaristas se fueron a descansar en algunas casas de paja que lucían abandonadas. Todo estaba tranquilo a pesar de ser territorio hostil. Inicialmente no entraron a las casas pero cuando Hartwig se apoyo en un costado cayo al interior de la misma, adentro estaban ocultas varias armas rusas.

Cuando el frío arreciaba durante los combates, los fusiles y ametralladoras se atascaban y no podían operar, para solventar esto orinaban el ánima de los cañones para descongelarlos y que funcionaran nuevamente.

Hartwig combatió la campaña oriental hasta la capitulación de Rusia en 1917, posteriormente el año final de la Gran Guerra lo hizo en el frente occidental. Vio la transformación de la vieja tradición de caballería hasta la actual infantería del siglo XX. Al finalizar el conflicto volvió a la vida civil en Alemania, donde se caso con Ana Teresa Meyer (la hermana menor de Carlos Meyer, el piloto zuliano con el Barón Rojo) el 20 de septiembre de 1924.

Al año siguiente durante una estadía en Nueva York tuvo su primera hija, Ingrid –quién me contó toda esta historia y la de su tío Carlos-, a ella le siguieron tres niñas más. En 1926 regreso a su natal Maracaibo donde se encargo de la casa comercial Breur-Möller donde laboraba su padre. Allí lideró ese negocio particularmente con el sector alimentos y fue cónsul alemán hasta el 15 de octubre de 1940 cuando la comunidad británica local y sus aliados incendiaron la casa Breur en represalia por el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial…perdió casi todo, menos vidas o heridos que lamentar.

Por el motivo anterior se vino a Caracas donde vivió algo mas tranquilo con el apoyo de amigos venezolanos y zulianos quienes aseveraban era un hombre de trabajo y no un espía alemán. En los 50s y 60s volvió a retomar el tema de los caballos junto a familiares en el Haras La Sierra. Algo que si desarrollo con gran pasión fue la pintura ya que había estudiado arte en Alemania y fue pintor de la Escuela de Caracas. Sus últimos años de vida los terminó en la capital venezolana.

DE LA GUAIRA A LOS CIELOS FRACESES

 





















Mario Velásquez sabía a lo que se enfrentaba como artillero parado en el asiento trasero de los bombarderos franceses en la Primera Guerra Mundial. Pues debía permanecer asi en una Mario Velásquez sabía a lo que se enfrentaba como artillero parado en el asiento trasero de los bombarderos franceses en la Primera Guerra Mundial. Pues debía permanecer asi en una al mismo tiempo cariñoso.
 
Trece años después se transforma en un hombre responsable y de acuerdo a los archivos franceses se formó como mecánico. Cuando tenía 27 años se enteró a través de las noticias que una gran guerra se estaba librando en Europa desde 1914. La familia de su madre tenía unos parientes lejanos en Francia e Inglaterra y fueron ellos quienes escribieron para pedir voluntarios a la causa aliada en vista de las numerosas bajas en las filas. Mario Velásquez fue el único que respondió a ese llamado, esto ocurrió en 1915. Para esa fecha se tomó una foto postal en La Guaira con un mensaje dirigido a sus padrinos el 4 de abril. Los trámites de la partida le debieron tomar un año. Se estima que arribó a Francia a comienzos del año 1917.
En junio del penúltimo año de la guerra recibió entrenamiento militar básico en Chartiers y Dijon. Y el 19 de ese mes en el Primer Regimiento de Extranjeros, como estudiante a piloto. Siguiendo los datos que aparecen en los registros franceses, Velásquez fue asignando a la escuela de tiro y vuelo en Cazaux. Aparentemente no aprobó la prueba para piloto, sin embargo fue considerado como un buen ametrallador de la aviación el 16 de abril de 1918. Obtuvo el rango de cabo y entró a volar con la Escuadrilla de Bombardeo Diurno Br134 el 28 de julio de ese año.
La escuadrilla donde prestaría servicio era una unidad nueva inaugurada en enero del último año de la guerra. En abril llegaron los nuevos Breguet XIV B2, estos biplanos tenía la capacidad de llevar 730kg de bombas y combustible, a 165 kilómetros por hora y a una altura de 4.000 metros. Su piloto podía atacar otros aviones con su cañón Vickers, pero su arma más mortífera eran las ametralladoras gemelas Lewis que operaba el artillero.
La Unidad Br134 era identificada principalmente por una cabeza de águila en un óvalo rojo. El segundo y más curioso símbolo utilizado era un jorobado en traje de arlequín con capa verde, de medias y gorra rojas soltando bombas, las tripulaciones decían: “defecando bombas”.
 
Durante el verano de 1918, los alemanes continuaron su ofensiva que pretendía terminar la guerra con ventaja para el Imperio del Kaiser. Grandes movilizaciones de tropas germanas penetraron profundamente en el territorio francés. Incluso los teutones cañoneaban la capital francesa con una enorme pieza de artillería transportada en trenes llamada “La Gran Berta”, cuyas municiones del tamaño de un pequeño carro causaron el pánico de los parisinos. Una de las tácticas aliadas para repeler estos ataques era el bombardeo desde el aire, tarea que se le asignó en buena medida a la unidad de Velásquez.
En cinco años que llevo investigando a este personaje aún no tengo acceso a los archivos detallados de la escuadrilla Br134 durante los últimos meses de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo sabemos por la data general de los Archivos Militares Históricos de Francia que Mario voló casi todos esos días finales del conflicto hasta que recién mudados al aeródromo de Somme-Vesles el 7 de noviembre sucedió un hecho innegable para los registros y que de acuerdo a lo narrado por su hija, en la misión de ese día Velásquez fue herido en una pierna, pero su Breguet afortunadamente logró retornar a la base. Cuatro días después se firmó el Armisticio.

Este venezolano fue condecorado por esta última acción con la Cruz de Guerra en bronce y un palmar que destaca en su colorida cinta rojo-verde. La medalla se otorgaba únicamente por actos de valentía. Velásquez sólo combatió tres meses, a pesar de ello y por el fragor de las semanas finales del conflicto se puede calcular que voló en más de 80 misiones, enfrentando no sólo a las mejores unidades de caza alemanas, sino también al fuego antiaéreo y al frió de las alturas en el fuerte otoño europeo.
Regreso a Venezuela en 1919 donde descubrió que más que la mecánica y la aviación le gustaba escribir, trabajo como periodista, también público varios libros de cuentos y ensayos. Se caso y tuvo cuatro hijos antes de morir el 25 de marzo de 1959. Jamás dejo nada escrito sobre esos meses en Francia pero su condecoración y memoria la conserva su hija Hira Velásquez.

EL GRAN MERCENARIO DE VENEZUELA.


Tachirense de importante trayectoria nacional e internacional; militar de carrera, aventurero, guerrillero, escritor, políglota y demócrata, nació en San Cristóbal el 14 de octubre de 1877, hijo de Felipe Inchauspe y Josefa Méndez, (Inchauspe en lengua vasca significa nogal, de allí el cambio de apellido). Sus padres, lo enviaron a Berlín en 1886 a estudiar letras y ciencias, siguió a Bélgica donde obtuvo el grado de subteniente; en 1898, a los 17 años, luchó en Cuba en la guerra hispanoamericana contra las fuerzas norteamericanas donde fue herido; en 1901 ingresó a Venezuela para luchar contra Cipriano Castro; en 1904 participó en la guerra ruso-japonesa allí fue herido. 
Regresó a Venezuela en 1904 y 1911, pero la dictadura del General Juan Vicente Gómez lo obligó a salir del país; participó el año 1914 en la Primera Guerra Mundial, sin perder la nacionalidad venezolana, como miembro del estado mayor turco, quien lo ascendió a teniente coronel recibió las condecoraciones Cruz Militar de Austria y la Estrella de Mejadich otorgada por el Sultán Califar de Constantinopla; en Persia, al mando de 12.000 soldados del ejército turco, derrotó a 35.000 del ejército armenio, su don de mando le permitió ascender a General de División, participó en acciones militares en Irak, Palestina, Siria y Transjordania. 
 En mayo de 1917 penetró cien kilómetros de las líneas británicas, destruyó instalaciones logísticas y el ferrocarril, regresó sin novedad a los 19 días, a pesar de estar perseguido por 40 escuadrones de Caballería. El año 1919, dejó el ejército turco y se dirigió a Alaska para dedicarse a la pesca de grandes ejemplares, en Nevada y California, se dedicó a la búsqueda de oro; siguió incansable a Méjico y se incorporó al ejército de Emiliano Zapata y luego con Pancho Villa (Doroteo Arango): En Nicaragua apoyó a César Augusto Sandino en su lucha nacionalista de 1927 a 1933. Tratando de derrocar al presidente Gómez, trató de ingresar nuevamente a Venezuela en 1925 y 1930. Nogales Méndez, cual Quijote andante, se trasladó a Alemania, Inglaterra, Francia y Estados Unidos, gracias a su elocuencia, conocimientos y al dominio del Inglés, Francés y alemán, se convirtió en el centro de atención de las tertulia de los grandes salones; conoció a las grandes personalidades de la época. Escribió para la posteridad en varios idiomas sus conocidos libros: "Cuatro años bajo la media luna". "El saqueo de Nicaragua", obra que motivó al presidente Franklin D. Roosevelt a retirar sus tropas de Nicaragua; "Memorias de un soldado de fortuna". 
A la muerte de Gómez (17-12-1935). Nogales volvió a Venezuela, donde el Presidente el General en Jefe Eleazar López Contreras, le asignó la administración del puerto de Las Piedras en el estado Falcón; de allí es enviado a Panamá en misión oficial para conocer el funcionamiento de la Guardia Nacional para aplicarlo en Venezuela, (El presidente López Contreras fundó el 4 de agosto de 1937 la Guardia Nacional de Venezuela). El 10 de julio de 1937, en Panamá murió a causa de una peritonitis; el 2 de agosto fue enterrado con honores en Caracas en el Panteón de los oficiales en la Honrosa Situación de Retiro del Cementerio General del Sur, El Káiser alemán Guillermo II, al conocer la muerte, ordenó una ofrenda floral, con la leyenda "Uno de los caballeros más valientes y nobles que he conocido"



EL HOMBRE DE LAS PIERNAS DE HIERRO.


José de Jesús Sánchez Carrero nace en Guaraque, en la aldea el Hato el 9 de noviembre de 1879, Estado Mérida Venezuela, quien fue formado en la carrera militar al lado del General Gómez, pero Sánchez Carrero va a partir a Europa por razones de salud, tiempo posterior este se quedaría en Europa específicamente en Francia donde se prepara como militar para combatir en la primera Guerra Mundial en 1914, pero inscrito en las filas del ejército francés.

Vale indicar que, hasta ahora se había creído que el Cap. Sánchez Carrero, había nacido en la población de Pregonero, estado Táchira de allí que, desde el Guaraque, se ha iniciado una campaña nacional para reivindicar el lugar y fecha de nacimiento de este personaje.

Este gran venezolano va a tener una gran amistad con Juan Vicente Gómez quien era el presidente de Venezuela para esta época, el cual hubo entre ellos una gran amistad y  confianza, ya que Gómez lo nombra su edecán y hasta jefe de resguardo en Pampatar.
Ya con el rango de capitán el 15 de septiembre en 1918 combatiendo con el ejercito francés en el célebre molino de Laffaux en el norte de Francia, cae herido por proyectiles alemanes en medio de una refriega en la que como siempre enseño verdaderas muestras de heroísmo la cual iban a llenar de orgullo a su gran amigo Gómez.

Lo que es conveniente decir que este héroe venezolano, Cap. Sánchez Carrero, insigne militar venezolano que llegó a representar con gran nobleza la dignidad y gallardía de los hombres nacidos en tierras de los Pueblos del Sur merideño, en este caso de Guaraque, no se conoce mucho acerca de su vida y además también como militar, ya que fue un gran hombre al partir de nuestro país a luchar en  una gran guerra y demostrar sus aptitudes de combatiente y hacer quedar muy en alto el nombre de Venezuela, por lo que es ya un héroe venezolano que merece honores y reconocimientos por parte de todos los factores  políticos y de gobierno que hacen vida en nuestro país, a su vez dar a conocer su vida y sus logros en el mundo. 

sábado, 19 de febrero de 2011

UN GUAYANÉS EN LOS TANQUES DE HITLER.

 

Su nombre era Dieter Pfeifer, nacido en Ciudad Bolívar, hijo de alemanes inmigrantes luego de la debacle de la Gran Guerra y su crisis económica. A orillas del Orinoco era más tremendo que los nacionales. Tanto, que su padre -obstinado de las imprudencias del muchacho- lo envía a un internado en su país de origen. A los 16 años ingresa voluntariamente al ejército y comienza como conductor de tanques. La guerra estalla, en 1939. con la invasión a Polonia en septiembre. Allí manejó su Panzer2, de tres tripulantes, hasta Varsovia.


Siempre decía que era el primero en la columna invasora. Eso le costó su primera herida de guerra: una bala que logró penetrar el delgado blindaje de esos primeros tanques y le rozó la pantorrilla. Por ello lo ascendieron a comandante de tanques: su uniforme, totalmente negro, adornado por calaveras y otros símbolos nazis en su kepí.
En la primavera de 1940 lo enviaron a Francia, siempre asignado a la 11ava División “Fantasma”, donde hundió con su Panzer3 uno de los botes ingleses en Dunkerque. De retorno en Alemania, partiría a luchar en África del Norte, pero los médicos indicaron que no era apto para el trópico. Él les replicaba: -¡Yo nací en Venezuela!-.
Al contrario, lo enviarían al año siguiente, precedido de un largo entrenamiento, a la Operación Barbarosa en la Unión Soviética, para el verano. Casi 4mil tanques penetraron fácilmente las largas llanuras rusas llenas de girasoles, como bien recordaba. El invierno los detuvo a las puertas de Moscú donde, al saltar de su tanque, se hundió en el metro y medio de nieve. Esto le granjeó las risas de sus compañeros y el apodo de Stepke (pequeño en alemán).
Sólo hasta esos puentes alcanzó la invasión de Hitler: la retirada fue el continuo de cuatro largos años. Grandes masas de rusos los atacaban y en similar medida aparecieron los famosos tanques soviéticos T34 que, a pesar de su fragilidad ante los panzers, si lograban acercarse a menos de 500 metros podían destruir hasta el modelo IV de los germánicos. El 28 de diciembr,e su División destruyó por completo el 24avo cuerpo de tanques soviético.


“No sólo era el frío: hasta la comida escaseaba. En una villa robamos unas gallinas y las colocamos amarradas en la parte exterior, atrás del tanque. Al retirarnos y entrar al Panzer para calentarnos alguien nos lanzó una granada. No afectó en nada a nuestro blindado. Al rato, sintiéndonos mas seguros y con hambre, fuimos a rescatar a las aves. No quedaban sino plumas chamuscadas. Allí cayó la granada. Pasamos más hambre, pero nos reímos”
Entrada la primavera de 1942, la nieve se volvió barro y solo hasta el verano el pantano comenzó a secarse. También llegaron algunos suministros y nuevos tanques del modelo IV que, a pesar de ser más lentos, usaban un cañón de 75mm
“Ya había destruido unos cuantos T34s, cuando una tarde me emboscaron cinco de esos blindados soviéticos. Cerré la escotilla y le indiqué al conductor que diera marcha atrás a unos matorrales. El hombre estaba muy nervioso y me incliné de mi posición superior para darle un cigarro y relajarlo. Inmediatamente sentí la explosión sobre mi espalda. Me quedé sordo y aturdido. Luego sentí ese calor intenso que ardía en mi espalda, con más de diez humeantes pedazos de metal incrustados en mi piel. Tampoco recuerdo cómo me sacaron, pero el artillero estaba partido a la mitad”.




Estas y muchas otras anécdotas me narró en los escasos cuatro años que lo conocí en su casa, junto a su bien cuidado vivero de Valencia. Únicamente hablaba sin que uno tomara notas o usara grabadora. Este pequeño venezolano participó en la batalla más grande de tanques, la famosa Kursk, en la localidad ucraniana de Tomarovka en julio de 1943. Regresó como pudo hasta la derrotada Alemania en la primavera de 1945 y un asistente de Patton a quien se rindieron logró orientarlo para que regresara a Venezuela, ya que no era un criminal de guerra sino otro valiente soldado. En su país natal, se casó con otra venezolana-alemana que conoció al final del conflicto, con quien tuvo cuatro hijos. Siempre decía no creer que el hombre aprendía la lección sobre la guerra como la peor forma de resolver diferencias.

Por Clemende Balladares Castillo

LA NOCHE DE LOS SUBMARINOS NAZIS EN VENEZUELA

 

Exactamente a las 2:44am una explosión en el tanquero británico genera llamas de varios metros de alto las cuales iluminan la noche. A bordo, en la sala de maquinas, Ermencio Semeler es sacudido por la detonación pero no cae al piso al sostenerse de un pasamanos cercano. Aún no hay fuego ni petróleo esparcido por efecto de la deflagración, sin embargo el impacto sella varias de las puertas del buque. Ermencio se abre paso contra los obstáculos buscando una salida, no sabe con seguridad lo que sucede pero escapar del encierro comanda sus acciones. Una compuerta de abandono de sala se niega a abrir, finalmente esta sede ante sus arremetidas. Ya en la borda de la embarcación nota que el lado menos envuelto por las llamas es de una altura considerable para saltar incluso ante el miedo que lo comienza a atenazar. En las barandas externas logra ver a otro de los tripulantes guindado de estas. Semeler le grita sin obtener respuesta, se acerca para sacudirlo cuando nota el silente mensaje de la muerte. Ya en desesperación se aleja del cadáver. En segundos encuentra un bote salvavidas, intenta bajarlo pero el mismo se desprende aparatosamente cayendo a un lado de la embarcación que arde cada vez más amenazante con el viscoso líquido derramándose al mar.

Ermencio sabe que no es buen nadador, además le teme a las aguas abiertas, y más aún a la oscuridad. El fuego es cada vez mayor. Sin chaleco salvavidas, sólo, y aterrado, encuentra una cuerda que baja por un costado del barco el cual aún no está en llamas. Se desliza por la cuerda a un océano agitado y oscuro.

Empapado de petróleo nado como pudo lejos de el Tía Juana, al rato vio cuando las calderas estallaron y el momento en que la nave comenzaba a hundirse lentamente entre lenguas de fuego. En la eternidad que le parecía vivir su solitaria desgracia y ya al límite de su resistencia, aparecieron otros cinco sobrevivientes todos aferrados a un único salvavidas, quienes lo acercaron a ellos.

A casi una hora de la tragedia del Tía Juana otro tanquero apareció a la vista de todos, era el buque venezolano Monagas. Los cinco del chaleco salvavidas dejaron a Semeler con el flotador y nadaron vigorosamente hacia el petrolero que parecía aproximarse. Ermencio no tenia más fuerzas para hacer lo mismo que sus amigos de infortunio. Volvía a estar solo en la inmensidad del Caribe, no transcurrió mucho cuando un gran resplandor acompañado de una atronadora explosión le revelaba que el barco de la compañía Mene Grande seguiría un destino similar al de su naufragio. Al Monagas le fue peor, a las 3:42am otra explosión aceleraba su hundimiento.

Con ayuda del chaleco salvavidas era más fácil mantenerse a flote y a pesar del frió, el agua salada en su boca y el agotamiento, se mantenía a la espera de algo mejor. Fue entonces cuando apareció otro tanquero de los muchos que recorrían la ruta entre el Lago de Maracaibo y las islas holandesas de Aruba y Curazao, donde se refinaba el crudo venezolano. En ese instante fue cuando comprendió que los dos barcos hundidos pudieron haber sido victimas de submarinos alemanes, recordó que la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno y se les había comentado acerca de la posibilidad de ataques.

El siguiente barco que pasó era el Ramona quien se aproximaba al rescate del Monagas pensando que la explosión era accidental y no producto de la guerra. Allí fue cuando se percataron del solitario Ermencio. Al rescatarlo le preguntaron que había sucedido, a lo que el grito: Torpedo! Torpedo!

A las 4:30 de la madrugada, ya para amanecer y a bordo del submarino alemán U502, el capitán Jürgen von Rosenstiel, atisbaba por el periscopio su tercera victima que sería el petrolero británico San Nicolas. El teniente capitán Jürgen dio la orden de disparar a cuatro kilómetros de distancia. Un plateado torpedo de punta negra salió de uno de los tubos frontales del sumergible, sus siete metros de largo llevaban 280 kilogramos de explosivos a una velocidad de 35 nudos. A los pocos segundos de recorrido el mortal pez se había armado dirigiéndose certeramente al San Nicolas. El cilindro penetró la sala de maquinas y al estallar mató instantáneamente a tres tripulantes. A los 20 minutos viendo el alemán que el impacto no era suficiente ordenó acercarse a menos de dos kilómetros y lo intentó de nuevo. El segundo torpedo estalló debajo del casco del barco y lo partió a la mitad.


El U502 no estaba solo, dos submarinos hermanos del tipo IXC estaban esa noche de cacería en las aguas al oeste de Venezuela. El U67 comandado por el capitan Günther Müller-Stöckheim acosaba Curazao, mientras el U156 de Werner Hartenstein tenía la orden de iniciar esa misión conjunta llamada Operación Neuland (Tierra Nueva) en la costa cercana a la refinería de la Standard Oil en Aruba. Finalmente entre Paria y Trinidad navegaba el U161 capitaneado por Albrecht Achilles.

Las tripulaciones de los U-boats consistían de unos 35 marinos entrenados espartanamente por la marina de guerra del Tercer Reich. Alrededor de enero de 1942, en la Francia ocupada, los cuatro submarinos habían partido de sus bases en Loriant. Sus capitanes con más de cinco años de experiencia, comandaban con inteligencia y severidad. Quizás por eso a algunos se les conocía por sobrenombres tan fuertes como “Perro Loco”. Tal era el alias de Hartenstein a sus 33 años de edad, un soltero únicamente casado de por vida con el mar.

Antes de partir los U-boats se habían aprovisionado para el trópico, y aunque sus tripulantes desconocían su destino exacto, para el U156 que acababa de terminar una patrulla invernal en aguas nórdicas fue un alivio. Además la ruta que los traía al Sur del Caribe les dio oportunidad de pescar, disfrutar el sol en cubierta, ducharse todos los días, no comer enlatados e incluso escoger los menús por mayoría. Un desayuno preferido era peces voladores fritos capturados durante los turnos en cubierta.

El primero en atacar fue el submarino de Werner. Ya el 13 de febrero dieron los primeros vistazos de la bien iluminada y transitada refinería de Aruba. Ocasionalmente, aviones de búsqueda de la marina norteamericana basados en la isla merodeaban las aguas cercanas pero sin éxito. El capitán Hartenstein dio la orden de permanecer sumergido hasta el anochecer del día 15.

Esa noche estaba algo nublada, pero con claridad se observaba el Puerto, las luces de la refinería y hasta los carros en las carreteras. Tanta luz nocturna era toda una sorpresa para las tripulaciones acostumbradas a la oscuridad total en Europa debido a las precauciones de guerra. Las órdenes de la Kriegsmarine indicaban prepararse para atacar petroleros y cañonear las instalaciones en tierra.


A la 1:31am se lanzó el primer torpedo contra el tanquero Pedernales que permanecía anclado. Precisamente en 48,5 segundos estallaba a un costado del petrolero inglés convirtiendo el puerto en un infierno. Dos minutos después el Oranjestad recibía un tratamiento similar que lo hundiría en una hora, de sus 25 hombres a bordo, 15 perderían la vida. El Pedernales tendría más fortuna al perder solo 8 tripulantes de 26, y no se hundiría a pesar de estar fracturado a la mitad. 

Diez minutos luego de lanzar los torpedos, se disponían a cañonear la refinería, cuando una explosión sacudió al U156. El cañón principal de 105mm estalló porque en la emoción del momento los operadores olvidaron retirar la cubierta protectora del agua, esto ocasionó que la salva golpeara la tapa en su salida. Las victimas fueron Heinrich Büssinger quien murió luego de una hora y el teniente Dietrich von dem Borne que perdió el pie derecho y mucha sangre. “Perro loco” estaba furioso, sin embargo con el arma de 37mm realizaron 16 rondas que alcanzaron una casa y abollaron un tanque de petróleo en tierra. Media hora después saliendo del puerto y teniendo a tiro al petrolero norteamericano Arkansas le lanzaron un torpedo que falló. A las 2:30am otro disparo tampoco alcanzó blanco, pero un tercero alcanzó al Arkansas. El tanquero no sufrió mucho y ningún tripulante fue herido, posteriormente logró navegar por su cuenta para reparaciones posteriores. Uno de los torpedos alemanes que fallaron alcanzó una orilla de playa sin detonar. El día 18 de febrero al intentar desarmarlo, el mismo estalló, matando a cuatro holandeses e hiriendo a tres más.



Mientras todo esto ocurría entre Venezuela y Aruba, en Curazao el U67 atacaba al petrolero Rafaela a las 2:50am. El capitán Gunther Müller disparó contra el anclado buque, pero falló los dos primeros torpedos. Veinte minutos después lo intento nuevamente…y falló otra vez. Disparó un cuarto que alcanzó dañar levemente a el Rafaela. Un último torpedo falló a diez minutos para las 4 de la madrugada. Gunther decidió no intentarlo más y se retiró. La verdad es que en la mañana del 16 de febrero cuando remolcaban al petrolero atacado el mismo se partió en dos mitades, hundiéndose en la bahía de Santa Ana.



Esa noche murieron cinco venezolanos en el Monagas y 47 extranjeros en los otros buques atacados que recorrían la ruta entre el Lago de Maracaibo y las islas holandesas. La mayoría de los heridos fueron atendidos en la ciudad de Maracaibo. El periódico El Universal reseñó los ataques el día miércoles 18 (el martes era carnaval y no había edición por el festivo), dedicándole portada, 4 páginas internas y su editorial. La armada norteamericana basada en Aruba y Panamá no detectó a los U-boats, su similar venezolano se dedicó a rescatar sobrevivientes.

A pesar de los pequeños reveses en la fuerza sumergible que llevó a cabo la Operación Neuland, esta fue todo un éxito. Al día siguiente el capitán Werner rezó por su marino muerto y su tripulación le cantó “Yó tenía un camarada”. Heinrich fue enterrado en el mar Caribe con la tradicional ceremonia naval. El mal herido Dietrich fue dejado en la isla de Martinica, posteriormente fue hecho prisionero al volver esa isla francesa a manos aliados y por último repatriado al finalizar la guerra.

Luego de la incursión del 16 de febrero esos submarinos lograron más victorias navales antes de ser hundidos con casi todas sus tripulaciones, incluyendo sus aguerridos capitanes antes de finalizar el año de 1943. El daño que infligieron, en cierta forma fue pagado.



A pesar de este acto de guerra de Alemania, el presidente Isaías Medina mantuvo su neutralidad. Muchas voces en nuestro país, como las reflejadas en ese editorial clamaron por la entrada de Venezuela al conflicto, sin embargo durante la guerra más grande que ha vivido la humanidad no se volvieron a dar ataques similares en nuestro Mar Caribe como los de aquella terrible noche que ya nadie recuerda.

Por Clemente Balladares Castillo.